Por Dr. Luis Montel
Todos queremos energía para movernos y estar alertas, con pensamiento rápido, buena memoria, apariencia joven y activa. Y todo esto significa tener buena salud mitocondrial.
Las mitocondrias son la clave entre ser joven o empezar a envejecer y enfermar. Son orgánicos que se encuentran dentro de la célula, viviendo en complicidad con esta.
Se dice que cuando surgió la célula, hace millones de años, necesitó más energía para poder crecer y multiplicarse. Para entonces, aumentó drásticamente el oxígeno en la Tierra y había unas bacterias que podían usarlo para quemar carbohidratos y producir energía. Hubo una cooperación entre célula y bacteria. Una le daba la energía y la otra le propinaba protección, por lo cual existe un ADN para la mitocondria y otro para la célula.
Las mitocondrias se pueden multiplicar por sí solas y además podemos mantenerlas lo más limpias posible, para que funcionen activamente.
Signos de mitocondrias sucias: temperatura corporal de menos de 36 grados, lentitud de movimientos, letargo o sueño permanente, poca vitalidad, depresión, fatiga crónica, fibromialgia, cefaleas o migrañas, poca fuerza muscular, bajo deseo sexual, autoestima baja, tristeza, hipotiroidismo, hipertensión o hipotensión, según el estadio.
¿Qué análisis puedo hacer para saber mi estado?
Podemos utilizar análisis de saliva, sudor o sangre para ver las acumulaciones de ácido láctico y úrico, creatinina, entre otros. También podemos practicar análisis toxicológicos como el análisis del pelo, mineralograma y análisis genéticos en sangre.
¿Cómo puedo resolver el problema?
Lo primero, el ayuno intermitente o la dieta 11-2-9. Tomar alimentos que no liquiden nuestras mitocondrias, como los que tienen conservantes colorantes, las grasas saturadas, enlatados y la comida chatarra.
Debemos hacer ejercicio físico moderado diario y correr 45 minutos o caminar rápido en días alternos, además de ejercicios de fuerza.
Eliminar hábitos tóxicos como el tabaco, disminuir o eliminar el alcohol y las drogas, y beber más de dos litros de agua al día, ya que es el “detergente” de limpieza mitocondrial.
Tomar productos naturales activadores, como el perejil, el cilantro, el té verde, el ginseng, la cúrcuma, el ajo, la cebolla y la cola de caballo, entre otros.